Ya puede venir el Arsenal o jugarse la final de la Champions al día siguiente que Leo Messi no descansará ni un minuto. El argentino mostró ese insaciable deseo que tiene de jugarlo absolutamente todo y de nuevo completó los 90 minutos pese a que eran muchos los que pensaban que quizás era mejor no arriesgar su físico y centrarlo en la eliminatoria contra los ingleses. Pero Leo no concibe eso de que el balón esté rodando y él tenga que verlo desde el banquillo. Desde que Pep le sustituyera en el minuto 85 del partido copero ante el Betis en el Camp Nou no había visto la 'tablilla' del cambio. Ayer volvió a dejarse el alma en cada jugada, en cada pelota que llegó a sus pies. El argentino encaró, dribló, pasó y chutó como siempre, pero se topó en demasiadas ocasiones con una muralla 'blanquilla' que sabía muy bien qué papel tenía que interpretar para no salir escaldado del Camp Nou y buscar una opción de gol en los instantes finales.
La de Leo fue una pelea contra el mundo, nunca mejor dicho, ya que el Real Zaragoza que se presentó anoche en el Estadi dispuso una alineación titular formada por 10 nacionalidades diferentes (dos españoles, un uruguayo, un italiano, un checo, un paraguayo, un serbio, un húngaro, un senegalés, un argentino y un francés). Si a eso se añade que en la segunda mitad entraron un nigeriano y un brasileño, que en el banquillo quedó un colombiano y que el técnico es mexicano, un total de 14 países estaban representados en la expedición aragonesa. Pero a Messi le da igual tener delante a la ONU entera, él persiste y persiste, como diría Pep, y aunque no sea marcando, siempre aporta algo. Suya fue la jugada del gol de Keita, que vale oro de cara al título. Supo apreciarlo el público, que aplaudió a rabiar a su equipo y también a un ex, Edmilson, que a punto estuvo de ser 'oveja negra' con un par de pases largos que pudieron dar un disgusto.
0 komentar:
Posting Komentar